En un mundo que cambia vertiginosamente y en un país que tiene problemas estructurales y desafíos distintos a los de décadas atrás, las universidades debemos promover transformaciones profundas para seguir realizando nuestro aporte sustantivo. Sobre la base de custodiar la mejor tradición de la universidad pública argentina, aquella que garantiza en esta parte del mundo como en ningún otro lado una fisonomía única y particular del sistema de educación superior público, resulta imperioso profundizar procesos de transformación en curso e imaginar nuevos cambios que garanticen una institución frente a los desafíos presentes. Por tanto, es necesario promover espacios de diálogo destinados a reflexionar sobre las transformaciones recientes y las que son necesarias emprender.

El sistema universitario público ha puesto su mirada reflexiva en los problemas de nuestras instituciones: las formas de enseñar y de producir conocimiento, las transformaciones socio-técnicas en curso, los ecosistemas digitales, el perfil necesario de nuestros/as profesionales, nuestras tasas de egreso, la calidad de las propuestas formativas y las necesidades vinculadas con jerarquizar a nuestros/as docentes-investigadores/as para enfrentar un mundo cambiante.

La tradición universitaria reformista en Argentina y de América Latina ha estado signada por la participación plena en la construcción de ciudadanía universitaria. Una construcción histórica en la que la igualdad, la plena participación, la libertad y la solidaridad han sido ideas que estructuran nuestra vida universitaria. El compromiso con la participación territorial de nuestra universidad a través de diversos mecanismos resulta digno de reafirmar. En ese sentido, la posibilidad de formar profesionales con vinculación con su espacio territorial, con una mirada crítica sobre los procesos implicados y con la plena defensa de propuestas que mejoren la calidad de vida en nuestras sociedades es un sentido de lo público que nos identifica y debemos reafirmar.

Es cierto que avanzamos hacia nuevas reconfiguraciones, pero sobre la base de nuestras mejores tradiciones democráticas. Dentro de esas tradiciones la educación como derecho personal y social ha signado las luchas por una sociedad más justa y la expresión más clara del acceso y la permanencia a la educación superior. Ese derecho a la educación se expresa, en el caso universitario, en la plena defensa del ingreso directo, las políticas de mejora de las oportunidades de las y los estudiantes, la plena libertad de pensamiento y el pluralismo, entre otros aspectos.

La forma y los modos con que construyamos ese futuro que ya es presente es el mayor desafío. Hemos debatido y aprobado una agenda de propuestas vinculadas con ello: nuevas modalidades de enseñanza y de presencialidad, créditos académicos, titulaciones intermedias, internacionalización, incorporación de la extensión universitaria en los diseños curriculares y formas de aseguramiento de la calidad, el valor y el esfuerzo puesto en promover la investigación son algunos de esos aspectos, que se han plasmado en normativas a nivel nacional cuya implementación nos conmina a analizar el currículum universitario en todas sus dimensiones y repensar la universidad del futuro.

La alteración de las condiciones de espacio y tiempo en la enseñanza y en el aprendizaje en la virtualidad interpelan las prácticas docentes en la universidad, haciendo más notoria la necesidad de la implicación del estudiantado en el proceso de aprendizaje y el correlativo compromiso de instrumentar propuestas que movilicen la interacción docente-estudiantes- contenidos. En esa dirección, las dificultades se transformaron en compromiso que implicó oportunidades en la compleja relación entre lo presencial y lo remoto. Pero enfrentamos un triple desafío: alta incertidumbre, cambios disruptivos inéditos en lo social, cultural, tecnológico y económico y un contexto de alta complejidad.

Para ello, la agenda de nuestros debates debe aportar perspectivas y propuestas innovadoras, pero que no pierdan nuestras mejores tradiciones institucionales y académicas e insistan en la ampliación del derecho a la universidad. La universidad pública no puede ser reactiva a estos desafíos, sino que debe apelar a las capacidades consolidadas para enfrentarlos, al mismo tiempo que defender estos espacios en los que el futuro se expresa en la formación de profesionales, docentes, investigadores/as con excelencia y compromiso.

El Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) impulsa el 1° Congreso Nacional de Innovación Universitaria "Enseñanza, investigación, gestión y territorio" con el objetivo de convocar a la docencia de las universidades públicas y a sus equipos de gestión a los efectos de poner en común buenas prácticas de innovación, problematizar desafíos presentes y debatir opciones de transformación aún pendientes. La organización de este primer congreso está a cargo de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), anfitriona del 94° Plenario de Rectoras y Rectores del CIN que se realizará en simultaneo. 

 

📍 La Siberia, Centro Universitario Rosario (CUR)
Riobamba 250 bis
Rosario, Santa Fe, Argentina